Dos poemas por Heiner Rodríguez.
Revista Literaria Hispana.
24 de agosto 2024
Heiner Bryan Rodríguez Berríos, es un joven poeta, abogado y notario público, e Ingeniero civil nacido en la ciudad de Chinandega. Desde muy joven, por asuntos laborales de sus padres, se trasladaron a la ciudad de León.
Escribe desde temprana edad. Le ha fascinado desde joven el mundo de los cuentos y relatos, su primer escrito es una historia donde huía de su casa hacia el mar, narra una vida de pescador, alejado de todo. Irónico ya que Heiner no gusta del mar. Siempre ha considerado estar vacío y que la escritura, es lo único que a veces llena su pesar. Entre sus escritores predilectos, están el maestro Jorge Luis Borges, Edgar Allan Poe, Jaime Sabines, Marquez de Sade, Víctor Hugo Vizcarra, John Fante y Charles Bukowski, siendo estos tres últimos los que más le han influenciado en su escritura, donde trata de narrar la realidad que vivimos día a día, un realismo suciamente mágico.
Dos poemas por Heirner Rodríguez.
Los amantes
gemidos resuenan en eco
lascivos, delirantes
idiotas, desnudos.
Su deseo los orilla a esto,
ocultos de las miradas
abstraídos del tiempo.
El espacio es un cosmos vacío para ellos
un cuarto,
cualquier motel de la ciudad de León,
no les preocupa nada
ni a él su esposa
ni a ella su marido.
Saliva escurre en sus pezones,
sus pieles se hacen una,
de pronto, son una clase de centauros, braman
son perros del infierno, se aman
y hay un solo sexo
un solo ser.
Cierran los ojos
se sienten perpetuos
uno encima del otro
cada vez más rápido
más lento
se muerden los labios,
se abrazan fuertemente
son etéreos, nada les es suficiente.
Y cuando el tiempo toca a la puerta
de la mano del dueño de su espacio
se retraen a sí mismos su mente se nubla, callan.
Él pide más minutos, para alistarse y salir
(Cruel Cronos, cobrará extra)
Se meten a la ducha juntos,
se besan bajo las gotas de agua que resbalan sus cuerpos
y los rastros de esas gotas, son guías que conducen al paraíso. El oasis de la vida yace oculto entre sus piernas
Por primera vez en años no se sienten vacíos
son felices, auténticamente felices,
no tristemente infelices,
con las personas equivocadas
se codician en cada mirada en cada suspiro,
en cada discusión con sus parejas
ellos se aman, y esto les basta, escaparse,
encontrarse, quererse.
Terminan de ducharse,
se secan, buscan su ropa por toda la habitación
cuando él encuentra el blúmer de ella,
olfatea profundamente, (tal perro adicto a la cocaína).
(Ambrosía, fluidos, pasión, lujuria), se lo entrega a ella, que promete que la próxima vez se lo regalará se visten, están listos, la realidad los espera, también el propietario.
Salen, él con una gorra
ella con una mascarilla, cada uno por su lado, dos desconocidos no se dicen nada, pero, al llegar a la esquina, ambos voltean, sus ojos hablan, ese lenguaje que solo ellos entienden, se despiden y se van tristes, la trágica vida.
Sin nombre, sin rostro
Una mujer sin rostro
anda por las noches
como sombra en las tinieblas
no deja rastro,
no deja nada
su cuerpo es un refugio.
Su piel es un desierto
donde el deseo atrae a cada ser
hacia ella
en busca de un nombre
que nunca será pronunciado,
en busca de un tacto
que no deje marcas.
El sexo es un acto ciego
un rito sin fe
una danza sin música
donde las manos buscan
sin encontrar
sin saber qué tocan
Es un juego de fantasmas,
de ilusiones rotas
de pieles que se rozan
sin nunca llegar a sentir
sin nunca saber si el calor
es real o es un sueño,
que se cuenta al amanecer,
ella se va
sin motes
sin semblante
dejando solo el vacío,
el eco de un gemido
que se pierde en las penumbras
mientras la cama se enfría
y el cigarro se consume
en el cenicero.
Nada queda
nada más que el humo
y la certeza
de que el próximo encuentro
será igual de vano
sin apelativos
sin faz
sin ningún sentimiento.
Autor de los poemas: Heirner Rodríguez.
Editor: Hermógenes L. Mora.
Director: Pedro Cundano Mendoza.
Recopilación de datos: El Universo de Letras Poéticas.